lunes, 11 de agosto de 2008

Hidden, lo oculto



Jack Sholder es uno de esos modestos artesanos del género fantástico que nunca ha obtenido el reconocimiento ni las oportunidades que se merece. Actualmente está condenado a un mercado mucho menos sugestivo: después de la fallida "Arachnid" producción de nuestra patria Fantasy Factory, lo más reseñable que ha hecho es algún capítulo para la serie de televisión "Temblores" basada en los personajes originales de dicha película.
Pero en sus días más gloriosos, Sholder aportó una imaginería oscura y tenebrosa a una secuela condenada al fracaso, "Pesadilla en Elm Street 2, La venganza de Freddy" película con un guión ridículo que desvirtúa no pocos conceptos interesantes que Craven dejara cultivados en su película, y con unos actores realmente inadecuados, cuya vida, muerte y sufrimientos nos importan bien pocos. Solo gracias a Sholder, que filma una historia infumable con bastante acierto, y a la banda sonora de Christopher Y0ung (la mejor y más sugerente de toda la saga) la película no se hunde en los abismos de la más absoluta mediocridad, donde sus actores y su guión pretendían hundirla.
También es reseñable ese típico y a la vez atípico slasher, "Solos en la oscuridad", con unos nombres en su ficha artística que harían las delicias de cualquier aficionado. Pero es con la presente "Hidden, lo oculto" estrenada en 1987, con la que el director alcanzaría mayor popularidad. Su palmarés así lo demuestra: nominada, en el Academy of Science Fiction, Fantasy and Horror de Estados Unidos, al mejor actor (Michael Nouri) mejor director, mejor película y mejor guión; ganadora, en el festival de Avoriaz, del gran premio a mejor película, en Fantasporto, ganadora del premio a mejor director, y nominada como mejor película; en Sitges, ganadora al mejor actor (Nouri de nuevo) y el Gran premio especial del Jurado. Por lo tanto, estamos ante un filme muy reconocido en su día, que arrastra cierto prestigio a sus espaldas, más o menos merecido.
Todo comienza con una escena en la que un hombre, Jack DeVries (Chris Mulkey) roba un banco, matando a varias personas. DeVries es perseguido por la policía, que efectúa varios disparos contra su Ferrari negro, pero el asesino no parece afectado. Se forma una barrera de coches policiales, capitaneados por el agente Tom Beck (Michael Nouri) que abaten a tiros el criminal. Sin embargo, este sale ileso del coche, pero el depósito de gasolina estalla. Horriblemente quemado, sin embargo, sigue vivo, por lo que es trasladado a un hospital. Lo extraño es que DeVries, un par de semanas atrás, era un ciudadano corriente, un banquero simpático que no había cometido delito alguno.

El alien en pleno cambio de cuerpo

Poco después llega a la ciudad el agente del FBI Lloyd Gallagher (Kyle McLachlan) que se presenta en la comisaría, explicando que viene persiguendo a DeVries. Beck le informa de que el caso está cerrado, pero en el hospital, algo extraño sucede: el delincuente ha muerto, pero su compañero de habitación, un hombre que estaba en estado terminal, se ha levantado y se ha ido. Gallagher dice a Beck que deben perseguirle, pues el hombre era un compinche de DeVries. Beck, sin embargo, comprueba la ficha del paciente, que es un ciudadano modelo, y se niega a perseguirle, pero poco después, comete un brutal asesinato en una tienda de música...
Lo que el espectador averigua, mucho antes que el personaje de Nouri, es que en realidad no se trata de asesinos humanos, sino de una gigantesca y asquerosa larva venida de otro planeta, que se aloja en el estómago de los seres humanos, controlando sus actos. Este asesino espacial tiene gusto por la música fuerte, la buena comida, el sexo, las drogas y sobre todo, conducir Ferraris. El espectador no tarda en percatarse de que Gallagher no es sino otro extraterrestre en un cuerpo humano, enviado para detenerle. El personaje de Nouri queda a oscuras durante todo el tiempo, sabiendo que pasa algo raro, pero no qué, y que su compañero sabe más de lo que dice.
De Gallagher sabremos poco. Explica que el alien mató a su compañero, a su esposa y a su hija. Acude a una cena familiar en casa de Beck, una escena atípica y extraña, donde Galalgher dice a Beck y a su esposa que su hija pequeña es "especial", mientras la niña parece rehuir al agente, lo cual conecta directamente con el estupendo final de la película.
Finalmente una vez enterado Nouri de la verdad de todo lo que Gallagher le cuenta, ambos deberán detener al asesino, que ha llegado a la conclusión de que podrá cometer sus fechorías con más seguridad si se introduce en el cuerpo de un senador que opta a la Presidencia de los Estados Unidos... el ser no puede ser destruido con armas corrientes, solo con un extraño objeto plateado que Gallagher posee, y los dos hombres se lanzarán a la caza del asesino espacial.
Ciertos toques de humor hacen que la película sea verdaderamente refrescante, sin perder su sentido de lo extraño e inquietante, como las pullas que se lanzan los policías entre ellos, los ruidos corporales que el cuerpo que el extraterrestre posee va realizando, debido a una enfermedad. Es también ciertamente irónico que el extraterrestre decida que podrá satisfacer sus apetitos de manera mucho más impune si posee a un político importante que si solo es otro anónimo asesino en serie indestructible.

Beck sospecha que el reservado agente del FBI le oculta algo

"Hidden, lo oculto" es una película de ciencia ficción y suspense muy entretenida. Realmente no evoluciona el género, y ni siquiera es una obra maestra de su subgénero, pero si es una película muy bien filmada, cuyo guión exhibe una lógica interna aplastante, como puede comprobarse a través del personaje de Michael Nouri, quen es el único con quien el espectador puede identificarse: un policía honesto, sencillo, cabeza de familia y buen compañero, que asiste, primero con franca extrañeza y luego con incredulidad a los hechos que se le presentan. Es divertida y muy bien planificada la escena en que Beck exige a Gallagher que le ponga en antecedentes, que le cuente lo que sabe. El agente del FBI le cuenta la verdad, que el ser a que persiguen es un ente que pasa de un cuerpo a otro, cuando su "huésped" está dañado y ya no le sirve. Gallagher, con la mirada triste, le dice "Creo que en la academia no nos preparan para esto", a lo que Beck, con una mirada desilusionada, asiente "Lo hicieron" y el plano cierra y encadena con otro, donde Beck pone a su compañero a buen recaudo... tras los barrotes de una celda. Pero cuando no queda más remedio que creer en la disparatada historia de Gallagher, cuando Beck vacía el cargador de su arma sobre el ser, ahora en otro cuerpo, que ha ido a la comisaría a matar a Gallagher, y este ni se inmuta, no le queda más remedio que creer en Gallagher y pedirle ayuda para acabar con el asesino.
El final de la película puede ser contemplado de varias maneras, pero en cualquier caso, es una excelente metáfora sobre la aceptación de lo diferente, y fue pobremente desarrollada en la secuela, "Hidden 2, el regreso" estrenada directamente en vídeo en 1994, donde la hija de Tom Beck, Juliet, tendrá que enfrentarse a los retoños del extraterrestre de la primera parte, que despiertan en medio de una fábrica abandonada, con la ayuda de otro extraterrestre enviado a combatir a estos seres, que, irónicamente, se llama McLachlan (Raphael Sbarge, visto en algunas producciones de la casa Disney en los ochenta). La película tiene aires de telefilm y no aporta absolutamente nada, siendo totalmente prescindible.
Jack Sholder tuvo su hora feliz con esta "Hidden, lo oculto". Hoy en día, la película sigue siendo una excelente película de suspense y ciencia ficción, cuyos efectos especiales (el cambio de cuerpo del alien) sigue siendo realmente inquietante y asqueroso. Naturalmente, Sholder no pretende haber inventado América, el alien podría decirse, es una mezcla entre el de la película de Ridley Scott, que se oculta en el estómago de sus huéspedes, y el monstruoso ser de resonancias lovecraftianas de "La cosa" de John Carpenter, que se esconde igualmente en imitaciones de los humanos, imponiendo su voluntad.
Pese a ser una historia sobre alienígenas de vacaciones por nuestro mundo, la película rezuma humanidad por los cuatro costados, mostrando las relaciones del protagonista humano, con sus compañeros, con su mejor amigo, con su mujer y su hija... actualmente, ha pasado al panteón de películas sobre "extraterrestres hostiles" y sin llegar al nivel, sin ir más lejos, de las dos antes mencionadas, si que merece realmente todo el prestigio que obtuvo en su estreno.

domingo, 10 de agosto de 2008

Noche de miedo 2



El éxito de Noche de miedo, estrenada en 1985, dejaba abierta la puerta a nueva secuela, o secuelas, y esta llegó, en 1989, servida por Tommy Lee Wallace, director que navega siempre entre las aguas de lo meramente decente y lo mediocre. Aquí se muestra completamente desganado, la película, además de un guión caótico y mal planteado, es fría e incapaz de hacer que el espectador se meta en la historia, como si el film careciera de alma. El guión está escrito por el propio Wallace y otros dos guionistas, y es confuso y contradictorio con lo visto en la primera parte: se suponía que Charlie Brewster (William Ragsdale) había acabado con su vampírico vecino, salvando así a su novia Amy. Así se nos cuenta en un breve flashback teñido de rojo que abre la película, para presentar a continuación a Charlie, ahora universitario. Durante los tres últimos años, ha tenido que ir al psiquiatra para superar tan traumática experiencia, aunque esto no encaja para nada con lo visto al final de la original, y ya ha conseguido superarlo: los vampiros no existen, y su vecino Jerry Dandridge era solo un asesino en serie. Ahora, como última prueba de recuperación, debe visitar a su antiguo compañero de fatigas, el actor Peter Vincent (entrañable, pero aquí desaprovechado Roddy McDowall) a quien Charlie teme, porque Peter vio o creyó ver las mismas monstruosidades imposibles que él. Acude a verle con su novia, Alex (Tracy Lin) pero durante su estancia allí, ve como unos hombres introducen unas cajas de madera en el edificio donde vive Peter, y luego en el vestíbulo se encuentra con una extraña mujer, Regine (Julie Carmen) que después le visitará en sueños... ¿o no son sueños?
La película se antoja casi un remake de la primera entrega, introduciendo nuevos elementos (el hecho de que el protagonista sea poco a poco convertido en vampiro) y añadiendo más sangre, más esbirros de la vampira jefa, más sangre y más momentos de comedia, mal planteados y mezclados con los momentos de supuesto terror.

Peter Vincent, intrépido matavampiros, y compañía

Los personajes aquí no son más que meros calcos o estereotipos. Así, Charlie intentará convencer a Peter de la amenaza, pero este no le creerá, y le convencerá de que todo es ilusión; pero luego el propio Peter tiene evidencia de que los avatares vampíricos vuelven a sucederse, e intentará convencer a Charlie, que ahora cree que todo es un producto de su traumática experiencia en la película anterior. Respecto a los vampiros, Julie Carmen interpreta a la vampira hermana de Jerry Dandridge, que en su venganza planea matar a Peter y convertir en vampiro a Charlie, para así torturar eternamente al joven. Regine llegará incluso a robarle a Peter el espacio televisivo, añejo, envejecido y muy lejos de lo que fue, el programa "Noche de miedo". Sus esbirros son una colección de seres grotescos sin función definida, a saber: un chófer musculoso que come insectos de todo tipo, una especie de patinador o patinadora (es difícil de discernir) que actúa como guardaespaldas, y un personaje supuestamente humorístico, un novato que no se decide entre irse a la cama con jovencitas o chuparles la sangre, y del que no sabemos en ningún momento si es vampiro, hombre lobo o un monstruo de otra índole, pero que, de gracia, tiene poca.
Así, los momentos cómicos y terroríficos estaban bien diferenciados en la película original: el divertido Peter Vincent y algunas personas que rodean a Charlie se encargaban de los momentos de humor, y el vampiro y su secuaz, de provocar auténtico terror. Aquí los momentos de comedia saltan de unos personajes a otros, llegando los vampiros a protagonizar incluso una escena musical donde juegan a los bolos con una cabeza humana. Demencial y sin sentido.
En resumen, "Noche de miedo 2" no es más que una peliculilla que aprovecha un éxito anterior para ganar algún dinero, sin un guión elaborado, con una dirección completament eneutra. El gran Roddy McDowell poco puede hacer, pues su papel ya fue explotado con gran acierto en la primera entrega, y todo lo demás no son sino forzados añadidos, un papel plano y sin interés en una película que más parece un telefilme de sobremesa que contemplar con una sonrisa irónica, que una película dirigida por un cineasta profesional. Una pena. Por lo menos, es la última secuela, y ningún productor ha intentado retomar el invento... todavía.

sábado, 2 de agosto de 2008

Profesión: El especialista



Esta película, curioso cruce entre film de suspense y comedia negra, es un, por desgracia, bastante olvidado trabajo de Richard Rush, que revitalizó la carrera de Peter O'Toole, nominado al OSCAR por su impresionante interpretación de Elliott Cross. Cuenta también con una enigmática y adecuada Barbara Hershey, y varios secundarios más que sólidos, una banda sonora adecuada a las circunstancias, y sobre todo, un guión que, sin decidirse entre suspense o comedia, no deja un momento de respiro al espectador. Una farsa sobre el mundo de Hollywood, mitificando y desmitificándolo a la vez, con unas considerables dosis de dudas y paranoias acerca de si lo que vemos en la película es real, representación o ambas cosas.
Todo comienza con un fugitivo, Cameron (Steve Railsback) huye de la policía, que intentan detenerle en una cafetería. Al llegar a un puente, trata de hacer autostop, pero el hombre que conduce el coche le echa, y luego intenta atropellarle, por lo que Cameron provoca, accidentalmente, que caiga al río. Poco después aparecen extras en el bosque, y un enorme helicóptero se alza sobre el puente: en él va Eli Cross (Peter O'Toole) director de la película que se está rodando. El director le lanza una mirada siniestra al fugitivo, como si ya hubiese decidido un destino para él.
Cameron sigue huyendo y llega hasta una playa donde se está rodando otra escena bélica, ya que la película trata sobre la Primera guerra mundial. Aquí tendremos varios ejemplos de lo ya dicho, todo es representación: así, tras un supuesto bombardeo, algo sale mal y los actores quedan mutilados y muertos, horrorizando al público, per todo resulta ser un truco de efectos especiales. Luego, una anciana cae al mar, por lo que Cameron se lanza para rescatarla, pero la anciana resulta ser la actriz Nina Franklin (Hershey) maquillada para la última escena del filme. En la playa, llega el helicóptero, donde Cross explica a los demás que el especialista Burt ha desaparecido en el fondo del río. Este será uno de los grandes misterios: ¿ha muerto Burt realmente?

El mefistofélico cineasta Eli Cross

Al reconocer a Cameron, Eli decide utilizarle para librarse del jefe de policía, que pretende echar a toda la gente de Hollywood, usando como excusa el accidente del puente. Así, Eli finge que Cameron es Burt, el especialista, y que si ha sido sacado del río. Luego le ofrece al joven fugitivo una oferta, que tiene no poco de pacto fáustico: Cameron será su especialista durante los tres días de rodaje que faltan, y a cambio podrá esconderse entre su equipo, y Eli hará que todos fingan que es Burt. Así comienza un juego de identidades fascinante donde Cameron se hace pasar por Burt, pero comenzará a confundir la realidad, viéndose él mismo como el personaje que interpreta. A ello ayuda que Burt, el especialista que sale brevemente en una escena, sea el hermano del actor Steve Railsback.
Pronto, Cross aprovechará la absoluta inocencia del joven, que nada sabe sobre trucajes cinematográficos, para hacerle creer que corre peligro real durante las escenas de riesgo, y de esa manera, sus reacciones sean totalmente auténticas. Cameron, en un principio parece que tiene intención de huir, pero se enamora de Nina, una mujer tan misteriosa como neurótica. no sabremos nunca si Cross siente verdadero aprecio por su nuevo especialista, o si solo quiere utilizarle para terminar su película, y tampoco sabremos si Nina realmente siente algo por él, o solo se aprovecha de su inocencia. Todo es equívoco, ambiguo, paranoico. La paranoia aumentará cuando Cameron empiece a sospechar que Cross planea matarle durante el rodaje de la última escena, precisamente, la escena en que deberá conducir el coche por el puente y hundirlo en el río...

El falso especialista y la enigmática actriz: Cameron y Nina, una relación incierta

Sin duda, el mayor logro del filme, además de darle ese aureola de misterio y sugerencia, es Peter O'Toole. Esta película volvió a poner en marcha su carrera, gracias a un personaje que, según se dice, está inspirado en el cineasta David Lean. Aquí, Eli Cross es un hombre de genio vivo, carismático y despreciable, de intenciones inciertas. Sabemos que lo único que le importa es terminar su película, a cualquier precio. No duda en despreciar, humillar y utilizar a quien se lo impide, y de hecho, aunque en determinado momento dice "Ninguna película vale la vida de un hombre" no le importa en absoluto la muerte del especialista, solo el hecho de que, sin él, no podrá completar el rodaje. De hecho se nos presenta como un ser mefistofélico, que mueve los hilos de todos los que le rodean, un auténtico demiurgo que decide la suerte que cada uno va a correr. Sin embargo, pese a su aparente inmoralidad y egoísmo, O'Toole compone a un personaje carismático, simpático para el espectador. Así le vemos a través de los ojos de Cameron, que siente simpatía y agradecimiento hacia Cross, pese a saberse utilizado por él.
Curiosamente, se nos presenta como Dios y el Diablo, a la vez. De hecho, la famosa frase acerca de Dios está censurada en el doblaje español: si el original era "Si Dios hubiera hecho nuestros trucos, hubiera sido feliz", nosotros escuchamos en la versión doblada "Si el mago Merlín hubiera hecho nuestros trucos habría sido feliz". Cuanto menos, curioso.
Al final, tendremos respuesta a algunos de los interrogantes, pero no a todos, lo cual hace que el halo de ambiguedad y misterio no desaparezca del todo, y quede en nuestras mentes esa atmósfera de desconfianza, fascinación, engaño, carisma y paranoia. Un filme tristemente olvidado hoy en día, y que merece ser reivindicado y descubierto por nuevos cinéfilos.

jueves, 31 de julio de 2008

Almas de metal



En "Runaway, Brigada especial", unas máquinas que hacían el trabajo de los hombres se descontrolaban al ser modificadas, llegando a atacar a las personas. En Parque Jurásico, un increíble parque temático comienza a sufrir fallos, y pronto estará bajo la le de Murphy: si algo puede ir mal, irá. Ambas películas contienen en su génesis conjunta esta Almas de metal, y no es de extrañar que todas lleven el nombre de Michael Crichton (como director o como autor de la novela original, en el caso de Parque Jurásico).
Como director, esta fue su primera gran película, y no cabe duda de que estamos ante un clásico del cine de ciencia ficción, de la que han bebido incontables películas posteriores, desde "La noche de Halloween" a "Terminator".
Así, se nos presenta, en un futuro presumiblemente cercano, una gran compañía llamada Delos, que ofrece impresionantes vacaciones a quien pueda pagarlas, claro. Por mil dólares diarios, los clientes vivirán en una recreación absolutamente fiel de tres "mundos" ya extintos: el Imperio romano, el mundo medieval, y el Lejano Oeste. Así, dos de estos clientes se conocerán durante el viaje al Mundo del Oeste. Ellos son Peter Martin (Richard Benjamin) y John Blaine (James Brolin). John ya acudió al Mundo del Oeste el año anterior, por lo que es el experto, mientras Peter es el novato. Los dos traman amistad y deciden pasar las vacaciones juntos, ya que van al mismo destino.
En el Mundo del oeste, los clientes pueden mezclarse con la multitud para robar el banco, asaltar una diligencia, emborracharse en el saloon y luego pasar el rato con una prostituta, o incluso, batirse en duelo a muerte. Todo está permitido, ya que en Delos, la población está compuesta por robots increíblemente realistas, programados para servir a los clientes en todo, o para ser asesinados por ellos, sin consecuencia alguna. De noche, grandes camiones recogen a los robots "asesinados", o sea, dañados, y los llevan a un gran centro de reparación donde son concienzudamente arreglados por un equipo experto, para que puedan volver a "servir" a la clientela por la mañana.

El centro de reparaciones

Peter se muestra tímido e inseguro, lo que divierte a John, que finalmente le azuza a batirse en duelo con un forajido vestido de negro y de aspecto siniestro (inolvidable Yul Brynner). Finalmente, Peter lo "mata", exultante, y una posterior borrachera y ligoteo en el saloon le convencen de que las vacaciones serán tan inolvidables como el anuncio prometía.
Pero, mientras los dos amigos disfrutan, en la sala de control comienzan los problemas, primero minuicias, que van aumentando en intensidad: una falsa serpiente robótica que ataca a un cliente cuando no debería hacerlo, una "cortesana" del mundo medieval, que abofetea a otro cliente en lugar de satisfacerlo... y el "pistolero de negro", una vez reparado, vuelve a atacar a John y Peter. En esta ocasión, Peter, exhultante y seguro de si mismo, lo liquida, con orgullo. El pistolero volverá en una tercera ocasión... pero para matar realmente. Y en ese momento, todos los robots se dedicarán a matar a todas las personas, sin que los técnicos comprendan qué sucede, ni puedan pararlo. Peter sufrirá una persecución que puede equipararse a la que sufrirían Dennis Weaver en "El diablo sobre ruedas", Laurie Strode en "La noche de Halloween" o Sarah Connor en "Terminator": humanos perseguidos por máquinas de matar imparables. No se puede acabar con los robots, la única manera de evitar ser asesinado es destruir su sistema de audición y sus ojos... la carrera ha comenzado.

Yul Brynner, el inolvidable pistolero de negro

La película puede ser contemplada desde variados puntos de vista: o bien el progreso se vuelve contra el hombre, de esa manera, los robots, meras máquinas, escapan al control y atacan a los humanos por inercia, sin motivo, sin objetivo ni control, o bien, los robots han llegado a desarrollar "conciencia", incluso orgullo. La verdad es que viendo como son tratados por los clientes, no es nada desdeñable esta teoría, estos seres metálicos por dentro comienzan a adquirir conciencia de si mismos, y se vengan por los abusos sufridos en las manos de hombres y mujeres comodones que creen que pueden hacerlo todo porque son ricos.
Da igual la teoría, o el punto de vista bajo el que se contemple el filme, Almas de metal es una película entretenida, sencilla, y que no pretende contener en su núcleo un mensaje filosófico "importante", como por ejemplo, en "Blade Runner". Es solo un filme de entretenimiento más o menos original (en su época, claro) con un guión que ofrece sugerentes ideas, una persecución que puede llegar a agobiar al espectador y unos actores más que correctos, siendo especialmente inolvidable ese pistolero de negro, frío, inhumano, implacable, interpretado por Yul Brynner.
Además de poder rastrearse multitud de influencias en películas posteriores de todo tipo, Almas de metal contaría con una secuela tres años después, de bajo presupuesto y producida por la AIP, productora bajo cuya estela creció Roger Corman con sus adaptaciones de Edgar Allan Poe, y contaba con Peter Fonda como protagonista, y con Yul Brynner como reclamo, si bien solo aparecía en una breve escena, y el tratar de vender la película con su nombre es un camelo. Bastante casposa e inferior a su original, es simplemente un divertimiento sin relevancia, es decir, todo lo contrario que el film de Crichton.

Sepultado vivo



Este interesante thrillertiene la virtud de haber sido la primera película de Frank Darabont, posteriormente, de sobra conocido por "Cadena Perpetua" y "La milla verde". Dirigida en 1990 para la televisión, todo ronda en torno al eterno tema del enterramiento en vida, y el terror a despertar a dos metros bajo tierra. Sin demasiadas pretensiones y complejos, consigue crear un ambiente claustrofóbico y hacernos sentir una gran simpatía hacia el protagonista.
Clint Goodman (interpretado por Tim Matheson, actor que durante los setenta y los ochenta interpretó diversas películas de adolescentes, como Desmadre a la americana o Los albóndigas en remojo, y que aquí resulta francamente simpático y sorprendente) es un buenazo. Tras casarse en Nueva York con Joanna (Jennifer Jason Leigh) vuelve al pueblecito donde creció, para disgusto de ella. Clint lleva un negocio de construcción más que rentable, ha construído con sus propias manos la casa de sus sueños, y hace lo posible para que ella se amolde a su nueva vida, pese a que su mujer nunca está contenta. Años atrás, de adolescente, Clint era un auténtico delincuente, pero se reformó bajo la tutela del sheriff Sam Eberly. Ahora, de adulto, este es su mejor amigo, y los dos suelen ir a pescar, y Clint se lamenta de lo poco feliz que parece su esposa. A él le apetece de verdad tener un hijo, pero ella se niega.
Lo que el espectador descubre pronto, y el pobre Clint no, es que Joanna ya estuvo embarazada, pero abortó. El médico que realizó la intervención, Cort (William Atherton) es ahora su amante. A este no le cuesta demasiado explotar los sueños de Joanna de huir de esa vida, para convencerla de que asesine a su marido y venda su rentable negocio de construcción. Pese a sus temores (de orden práctico, no moral) Joanna acaba aceptando, y una noche envenena a Clint con un extraño veneno que le proporciona Cort, y que no deja huellas. La tacañería de Joanna hace que su marido sea enterrado deprisa y corriendo, sin autopsia, ni velatorio, y en un ataúd de madera podrido que lleva años almacenado en la funeraria.
La noche después del entierro, Clint despierta sepultado vivo... gracias, irónicamente, a la tacañería de su esposa, no le cuesta romper el ataúd podrido, pero la agonía de subir entre los kilos y kilos de tierra que le aprisionan no se le olvidará... acude a su casa, medio muerto de sed y con las manos destrozadas, y allí descubre a su esposa con el médico, y por fin se percata de lo sucedido. En un impulso, se decide a asesinar a Joanna, pero cuando está junto a ella mientras duerme, comprende que no sería suficiente, y trama un diabólico plan de venganza contra ambos...

Clint sufre la agonía de la tumba

La película ostenta un nivel bastante superior a lo que suelen ser este tipo de telefilmes, con un guión correcto, interesante, y que consigue en todo momento meternos en la historia, y ponernos totalmente de parte de su torturado protagonista, haciéndonos sentir ultrajados ante la inhumana frialdad con la que su esposa (magnífica Jennifer Jason Leigh) corresponde a toda la atención y paciencia que él le presta.
Si bien se nota cierta dejadez en lo visual, la banda sonora, el guión y los actores corresponden a una buena película de suspense, muy entretenida. Los inicios (bastante olvidados, me temo) de un director reconocido hoy en día por sus películas. No estaría nada mal que se recuperase, pues ya se detecta que en este telefilm hay "algo más".
La película gozó de cierto prestigio en el mercado de vídeo, gracias al boca a boca, lo que propició que, años después, se rodase una secuela, dirigida por el propio Matheson, que contaba con este y con Ally Sheddy como actores, y que hasta ahora no he conseguido ver.

miércoles, 16 de julio de 2008

House, una casa alucinante



Podría decirse que "House, una casa alucinante" fue, para las casas encantadas, lo que supuso "Un hombre lobo americano en Londres" a la licantropía, y "Noche de miedo" a los vampiros, en los años ochenta, un filme que "cruzaba" horror con comedia. En este caso, pese a estar dirigida por el mediocre Steve Miner, tiene un guión del desgraciadamente desaparecido en combate Fred Dekker, y los integrantes de su ficha artística contribuyen a hacer de la película algo más que otra peliculilla de terror. Para empezar, el hecho de que el protagonista sea un adulto, y no un adolescente, ya la pone por encima de las antes mencionadas en el aspecto argumental. Aquí tenemos a Roger Cobb (el siempre simpático "gran héroe americano" William Katt) un afamado novelista de terror con legiones de fans. Su editor le presiona para que escriba otra novela, pero Roger lleva una vida personal muy confusa: todavía sigue traumatizado por su experiencia en la guerra de Vietnam, y desea exorcizar esos recuerdos escribiendo un libro, pero su agente le presiona para que escriba otra novela de terror; su hijo desapareció mientras estaban de vacaciones en casa de su tía, a consecuencia de ello, su esposa le abandonó, y ahora, Cobb recibe la noticia de que su tía ha muerto, presuntamente se ha suicidado. Roger quiere vender la casa, pero cuando la visita con un agente inmobiliario, le pueden los viejos recuerdos infantiles, y decide trasladarse a la casa, y encontrar allí la paz que necesita para escribir su novela sobre la guerra.
El film empieza bien, con una escena de terror puro, donde un joven repartidor acude a la casa, y descubre a la anciana ahorcada, y balanceándose todavía en la soga. Un buen susto para comenzar antes de meternos en la historia. Una vez en la casa, buenos momentos de terror se sucederán, como el ataque de un ser que sale del armario todas las noches a las doce, un enorme pez pescado por su tío décadas antes, que vuelve a la vida, o un engendro que se hace pasar por su esposa y que quiere matarlo a toda costa. Pero los momentos de comedia no tardarán en hacer acto de presencia: la vecina que nada en la piscina de Roger y le lleva a su hijo para que lo cuide, los policías que acuden a la casa mientras el escritor trata de ocultar el cadáver del engendro que le ha atacado, pero sobre todo, ese vecino cotilla y fan irredento del escritor, interpretado por George Wentz (la serie Cheers) que pensará que Roger es un desequilibrado e incluso que puede llegar al suicidio.
Roger por su parte, comenzará a tener visiones y sueños que le llevarán a estar convencido de que su hijo está preso por fuerzas malignas en algún lugar de la casa...

La casa maldita

Como muchas películas sobre la temática de casas encantadas, al principio se juega con la idea de que Roger sea realmente un enfermo mental debido a los trágicos sucesos que han golpeado su vida, y que todas las experiencia supuestamente sobrenaturales sean fruto de su enajenación. Así, la estupenda escena en la que su esposa va a visitarle, convirtiéndose en un grotesco monstruo que le molerá a golpes, por lo que Roger lo mata, para a continuación observar horrorizado como el ser ha vuelto a tomar la apariencia de su esposa. Sin embargo, pronto no quedará duda de que lo que sucede en la casa es real, la casa está encantada. Es, sin embargo, una auténtica sorpresa, la conclusión del filme, que no tiene nada que ver con maldiciones antiguas, sino con el suceso que más aterra a nuestro protagonista, un suceso real que no tuvo nada de mágico. Así, los incómodos flashbacks sobre la guerra que hemos presenciado, y que parecían innecesarios y de relleno, cobran sentido hacia el final.
House, una casa alucinante, es, por lo tanto, una película sobre sucesos sobrenaturales con insertos de comedia, que juega con el equívoco y que combina bastante acertadamente los elementos de ambos géneros, tan opuestos como solo pueden serlo el terror y la comedia.
La película gozaría (es un decir) de varias secuelas: así, House II, aún más alucinante, está dirigida por el co guionista de la primera parte, Ethan Whiley, y es interesante debido a lo enrevesado y psicodélico de su guión; House III cuenta con el gran Lance Henriksen para darle solvencia, interpretando a un policía traumatizado por un asesino al que supuestamente cazó. House IV ignoro si se ha estrenado en España, y pese a contar de nuevo con William Katt, los que la han visto solo tienen palabras de decepción.
La primera entrega de esta curiosa saga es de esas películas que se dejan ver con una sonrisa, gracias a la labor de los actores, que hacen creíbles a sus absurdos personajes. Un film modesto, pero refrescante.

Estamos muertos, ¿o qué?



Mark Goldblatt tiene un impresionante currículum como montador (desde filmes de Joe Dante como Piraña o Aullidos a los dos Terminator, Rambo: Acorralado Parte 2, Razas de noche, Mentiras arriesgadas, Commando...). Como director, sin embargo, debutó con este filme para dirigir posteriormente la penosa "The Punisher" con Dolph Lundgren... y nada más. La presente película, rodada en 1988, es uno de esos filmes de finales de los ochenta que produjo New World, la productora de Roger Corman, tan deficientes como divertidos. El presente solo destaca por tener una ficha técnica un poco por encima de la media: así, el desaprovechado Treat Williams, secundario en la obra maestra de Leone "Érase una vez en América" y protagonista de una cinta injustamente olvidada, al menos por estos lares, de Sidney Lumet "El príncipe de la ciudad" sobre la corrupción policial y los peligros de la lealtad/traición hacia los compañeros, interpreta aquí a un policía serio, formal y discreto, de elegante vestuario, Roger Mortis. Es todo lo contrario que su compañero, Doug (Joe Piscopo, salido del programa Saturday Night Live) un tipo mal hablado, rudo, inculto y que viste más como un matón que como un policía.
Los dos investigan una serie de inverosímiles robos, donde los ladrones, atracando siempre en parejas, irrumpen a tiro limpio en bancos y joyerías y se llevan el dinero y las joyas sin que nadie pueda detenerles. La banda ha sido denominada por la prensa "Toma el dinero y corre" y las pistas sobre ellos son escasas. En un alucinante tiroteo, Roger y Doug eliminan a dos de los ladrones, y más tarde la forense policial, Rebeca Smithers, antigua novia de Roger, les llama para decirles que los dos atracadores ya estuvieron antes en el depósito... como cadáveres, e incluso tienen realizada la autopsia.
Un extraño producto hallado en la piel de los cadáveres lleva a la pareja a un complejo farmacéutico donde aparentemente, todo es normal, pero durante una visita por el centro, Doug se cuela en una sala donde un enorme monstruo le ataca. Durante la lucha susbsiguiente, Roger queda atrapado en una cámara descompresora que priva al organismo de oxígeno, y muere asfixiado. Cuando Rebeca llega al lugar de los hechos, descubre en la sala donde Doug luchó con el monstruoso zombie, una máquina capaz de revitalizar los tejidos y reanimar a los muertos. Roger será resucitado, pero con malas noticias: se descompondrá en doce horas, muriendo, esta vez definitivamente. Los dos policías aprovecharán este lapso de tiempo para intentar descubrir a su asesino.
La película reúne todos los tópicos de las "buddy movies" de la época: los dos amigos radicalmente opuestos, pero que trabajan bien juntos, el compañero policía chulo y altanero que no les cae bien, el jefe de policía gruñón, pero que en el fondo sabe que "nuestros héroes" son buenos policías, el antiguo interés amoroso del protagonista, o incluso la "mujer fatal" y misteriosa, aquí Randy James (Lindsay Frost) que conoce todo lo que está sucediendo.
Vincent Price, en una interpretación lamentablemente cortísima, interpreta a un multimillonario supuestamente fallecido, Arthur P. Laudermilk, que es en realidad el inventor de la máquina de la resurrección. Darren McGavin interpreta al jefe de forenses, que desde el primer plano en el que aparece, cualquier espectador se da cuenta de que sabe más de lo que dice.

La máquina de la resurrección en pleno apogeo

Los zombies del filme son muertos devueltos a la vida que pueden recibir toda clase de heridas sin inmutarse, y que se pudren con el tiempo. Es interesante que la mayoría sean grotescamente mutantes, pero Mortis no experimente una transformación tan acusada (se le cae la piel, y poco más). Muy recordados por los aficionados que solían pescar estas películas en el videoclub o en televisión, son los momentos más desmadrados, como la visita de la pareja de policías a un restaurante chino, donde el dueño resucita a todos los animales que tiene en su carnicería, o cómo determinado intérprete se descompone rápidamente ante los ojos de Roger.
Los momentos de comedia son muy de la época, por lo que en su mayoría han quedado notablemente desfasados, aunque las ocurrencias de Doug tienen siempre cierto humor "atemporal", o aquella escena en la que Roger, ya bastante deformado, es detenido por un joven policía motorizado, que se queda completamente anonadado al ver como el "zombie" saca su placa de policía y se presenta, como si nada. Lo más notable, sin embargo, son los momentos realmente solemnes y melancólicos que inundan el filme, como aquel en el que los dos policías y la joven interpretada por Lindsay Frost están leyendo esquelas en una biblioteca, y de pronto Roger toma conciencia de que está realmente a punto de morir, y que no ha hecho con su vida todo lo que habría deseado.
Por desgracia, el guión está lleno de fallos de estructura incomprensibles, que no sé si achacar a un mal montaje (aunque siendo su realizador un montador con oficio, lo dudo) o simplemente, a que los guiones de este tipo de películas nunca han sido muy coherentes. Así, queda bastante claro que el plan de Laudermilk es vender el secreto de la inmortalidad a una serie de ancianos ricachones, a cambio de grandes sumas de dinero, pero, si esto es así, ¿porque el personaje de McGavin resucita delincuentes y los obliga a robar diversos establecimientos, si pronto va a tener más dinero del que podrá contar? No queda clara la relación entre ambos, porque están indudablemente asociados para vender la inmortalidad y sacar provecho económico de ello, pero, si esto es así, ¿porque Laudermilk deja la pista encriptada en su tumba, que llevará a los policías hasta McNab? Todos estos fallos hacen que la película sea muy inverosimil.
Así, nos queda un filme netamente ochentero, con todos los defectos (y virtudes) que ello conlleva, unos actores que están por encima de lo esperado en estas películas de serie B (lástima del desaprovechamiento de Price, en uno de sus últimos papeles) pero que, pese a todo, puede ser contemplada con indulgencia, con una media sonrisa de complicidad. Al fin y al cabo estamos ante un producto "palomitero" de la época, con tiros, zombies, explosiones, humor "ochentero", caras conocidas y una trama no del todo ridícula. Sobre todo, perfectamente disfrutable, sin llegar a tomarse en serio a si misma, pero sin caer en la auto parodia tipo Scary Movie, siendo un producto de su época que se puede disfrutar todavía hoy en día sin demasiados complejos.